PLAZA SAN MARTÍN. Meca de mitos, leyendas y desbordes populares de la Lima contemporánea. (Foto: Wikipedia).
Entre algunos limeños circula la versión de que el escultor valenciano Mariano Benlliure y Gil (1862-1947) confundió el encargo de poner una flama o llama votiva en homenaje a la epopeya realizada por el Ejército del Libertador San Martín y pensó que se le había pedido colocar allí un auquénido peruano.
La anécdota provoca risas y burlas contra el pobre Benlliure. Pero, ¿cómo pudo ser tan ingenuo? El vulgo repite lo que oye, pero la verdad es que el afamado creador del mausoleo del torero Joselito no era tan zonzo.
EL MENSAJE DE LA LLAMA. Pocos transeúntes advierten la presencia del pequeño auquénido. (Foto: J. Francisco Canaza).
Además de la llamita, el arquitecto Jorge Antonio Orrego, encargado de la remodelación del monumento en 1997, encontró también en el casco de la efigie una cornucopia y hojas de quina a cada lado.
El cuerno de la abundancia, el árbol de la quina y una vicuña son los elementos del escudo nacional del Perú. El escultor valenciano representó coronada con símbolos republicanos a la Patria que el Santo de la Espada vio como monarquía.
EL DETALLE QUE FALTABA. Arquitecto Orrego mostrando los ocultos símbolos del polémico casco (Foto: Caretas).
Ya se trate de una alegoría histórica o de un representación ideológica, el artista sabía bien que dejaba un llamativo mensaje para la posteridad. Puede que se haya confundido de auquénido, pero el risible equívoco de la flama votiva solo es un mito urbano más de nuestra querida y novelera Lima.
Fuentes: Blog Rómpete el Ojo, Restauración de la Plaza San Martín (Caretas)
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