DIARIO EL PERUANO. Mis propios maestros de primaria pensaron que no era invencible, y lo combatieron a su manera. Preguntarse ahora si el plagio es invencible es totalmente válido porque la situación se ha agravado.
Recuerdo dos situaciones que pueden ser ejemplares. En 2008, cuando tenía a mi cargo el Seminario de Investigación Histórica para los alumnos del quinto año de pregrado en la Escuela de
Historia de San Marcos, tuve un grupo de 22 estudiantes, entre ellos Efraín, tan joven
como los demás, pero que ya era autor de un libro de memorias, Luna azul, a quien decidí
seguir de cerca. Ese año, muy interesado en la biogra ía histórica, les propuse discutir el libro de Christophe Prochasson, Saint-Simon ou l’anti-marx (2005). Me interesaba que ref lexionaran sobre este género, y para eso, luego de mis explicaciones, debían responder a preguntas visitando la biblioteca o navegando en internet.
Me sorprendió, en la segunda asignación, que tres estudiantes respondieran exactamente de la misma
manera, entre ellos Efraín. Lo primero que hice fue llamarlo y decirle: te has dejado copiar. Lo siento, los tres tienen cero. La respuesta de Efraín me dejó perplejo: no me han copiado, los tres hemos copiado de internet.
Al año siguiente, a nivel de posgrado, cuando coordinaba el Concurso Nacional de Tesis de maestría y doctor, uno de los integrantes del jurado de Ciencias Sociales aplicó el detector de plagio a una tesis doctoral presentada en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y el resultado nos dejó atónitos: el autor había copiado, cambiando el orden, una tesis completa presentada en la U. Autónoma de Barcelona. De inmediato la descalif icamos y comunicamos a las instancias pertinentes.
Eso nos demostró la necesidad de elaborar un protocolo de evaluación y seguirlo. Este consistía en analizar el título, la coherencia de su estructura, preguntas, conclusiones y bibliogra ía. Además, nos interesaba saber quién había sido el asesor, la calif icación que había merecido, cómo estuvo conformado el jurado y la escuela profesional y la universidad donde había sido defendida. Nos interesaban la originalidad y sus aportes. Cerrar las puertas al plagio.
La experiencia con 22 estudiantes de pregrado fue extraordinaria. No volvió a ocurrir ningún nuevo plagio en las monogra ías porque su inutilidad fue ejemplar. Pero, en el segundo caso, nunca nos explicamos por qué el autor de la tesis plagiada había tenido el coraje, o cinismo, de presentarse a un concurso nacional. Pretendía engañar por segunda vez, pero no le fue posible.
La nota cero para los plagiarios de pregrado y la descalif icación de la tesis doctoral del plagiador fue lo mínimo que se podía hacer. ¿Qué más hacer ante esta desmoralización que podría minar el ser y el quehacer de la universidad peruana? Mi respuesta es demostrar que el plagio no es invencible, que hay que cortarlo de raíz. Es necesario restablecer la ética, la honestidad, la veracidad y la calidad en las investigaciones conducentes a los grados y títulos.
Artículo escrito por: Manuel Burga Exrector de la UNMSM
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