En el momento que se vieron inmersos en la tormenta el capitán del Pacific intentó encararla de frente. Pero justo cuando estaban virando, olas de siete metros y vientos de más de 90 kilómetros por hora golpearon la nave y todo se puso cada vez más feo: mesas, botellas, lámparas y cualquier otra cosa que no estuviera fijada fuertemente a algún sitio se convirtieron en peligrosos proyectiles.
Sorprendentemente, al final de todo solamente hubo 49 heridos, ninguno de gravedad, y la estructura del buque no sufrió daños pues al día siguiente volvió a navegar. Suponemos que antes se aseguraron de atornillar todos los muebles.
Fuente: ALT1040
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