Doce días pasó la Universidad Nacional de El Salvador (UES), invadida por treinta encapuchados que exigían aumentar el número de estudiantes admitidos a la universidad este año. El rector de dicha institución pidió apoyo a la Policía Nacional y a la Fiscalía General de la República, pero ninguna tomó cartas en el asunto.
Los partidos políticos no se pusieron de acuerdo sobre qué hacer, y el Ministerio de Educación (MINED) se sumó a aquellos que alegaron que este asunto no era de su competencia, porque la universidad es autónoma. A la UES la dejaron sola porque apoyarla podía interpretarse como un atentado a la potestad de autorregirse que le otorga la Constitución de la República y la Ley General de Educación.
Estudiantes de biología de la Universidad de El Salvador
Fue gracias a la mediación del Procurador de Derechos Humanos que se logró resolver el conflicto. Los ocupantes ilegales aceptaron liberar el campus con la condición de que se revisaran más de doscientos expedientes de aspirantes a la universidad que no fueron seleccionados. Sin embargo, la solución negociada no borró la enérgica condena de las autoridades, los docentes, profesionales y el sector estudiantil hacia los hechos violentos.
Mi impresión es que la comunidad universitaria está, además, consciente de las debilidades administrativas, financieras y académicas de la institución y comprende que debe mejorarse. Si en la UES existe el deseo de buscar su modernización y se reconoce que tales objetivos no pueden lograrse actuando en soledad, vale la pena reflexionar acerca de su autonomía...
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Foto: Blog Universidad de El Salvador
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