Carreras técnicas vs universitarias: ¿Qué es lo que necesita realmente el Perú? La hora de la reforma universitaria

martes, 9 de febrero de 2016

La mayoría de peruanos opta por estudiar en la universidad, pese a que elegir una deficiente puede ser una pérdida de dinero

EL COMERCIO/GUSTAVO YAMADA y JOAN MARTÍNEZ. Actualmente en el imaginario de muchos jóvenes, asistir a una universidad no es una alternativa o una decisión. Ellos dan por descontado el precepto (muchas veces erróneo) que reza: “Si quieres ser alguien en la vida, ¡tienes que ir a la universidad!”.

Esta idea, arraigada en las clases medias tradicionales durante el siglo XX, se ha generalizado también en sectores emergentes y populares más recientemente, generando una demanda explosiva por educación universitaria, no siempre bien sustentada.

Carreras técnicas vs universitarias

Resulta legítima la aspiración de toda sociedad y sus familias de ir consiguiendo cada vez niveles mayores (y mejores) de educación para sus hijos, pasando por la instrucción primaria, secundaria y eventualmente superior. Sin embargo, educación superior no es sinónimo de universidad para todos.

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La educación superior tecnológica puede y debe ser parte de la elección adecuada para muchos jóvenes, puesto que buena parte de la demanda real de las empresas y sectores productivos de cualquier país desarrollado o en proceso de desarrollo se concentra en dichos niveles de calificación.

Baste un par de comparaciones internacionales. En el país más competitivo y desarrollado del planeta como es Estados Unidos, el 37% de su población opta por el camino de la formación tecnológica no universitaria. En China, el país más dinámico del mundo durante las últimas décadas, el 43% de jóvenes se decide por un futuro asociado a la educación superior técnica no universitaria.

Aquí en el Perú, estando muy lejos de los niveles de desarrollo que quisiéramos, nos hemos francamente excedido en el lado erróneo de las proporciones. ¡Actualmente tenemos menos de 400 mil jóvenes cursando educación tecnológica y más de un millón de jóvenes universitarios! Es decir, menos del 28% se ha inclinado por la formación profesional técnica y más que un impresionante 72% va a la opción universitaria.

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Lo sucedido es un ejemplo de respuesta equivocada ante una demanda social inadecuadamente informada: ante la presión de demanda se han creado nuevas universidades públicas de dudosa calidad, muchas veces sin recursos humanos ni financieros suficientes, ni estudios de empleabilidad futura, y se ha facilitado la inversión privada en universidades, con y sin fines de lucro, sin mayor evaluación de sus estándares mínimos de calidad y pertinencia.

INVERSIÓN SEGURA
La creencia de que la educación universitaria supera a otras alternativas de educación superior dista mucho de la realidad. El estudio “Una promesa incumplida. La calidad de la educación superior universitaria y el subempleo profesional en el Perú” encontró que previo al inicio de la reforma de la educación superior, cuatro de cada diez graduados universitarios estaban subempleados en el 2012. El documento resalta que, a pesar del importante crecimiento económico vivido en el país la última década, un importante grupo de profesionales se encontraba sobreeducado, subpagado y ocupando puestos laborales para los que no necesita una educación universitaria, como resultado del incremento de universidades de baja calidad en dicho mercado.

En este escenario de empleo incierto, los estudiantes inevitablemente se preguntarán: ¿cuál es la verdadera rentabilidad de las carreras universitarias con respecto a la considerable inversión que en ellas se hace? Un nuevo trabajo de Pablo Lavado, Joan Martínez y Gustavo Yamada estima los retornos netos de la educación superior, universitaria y técnica, según la calidad de estas instituciones a partir de información de la Encuesta Nacional de Hogares.

La brecha de los retornos salariales de graduados de universidades de mayor calidad asciende aproximadamente a S/710 mensuales con respecto a los de menor calidad (soles constantes del 2008). Esta cifra es similar al diferencial de salario con respecto a los profesionales técnicos de institutos de mayor calidad, la cual asciende a S/860.

En general, durante todos los años del período 2007-2012, los salarios promedios de egresados de universidades de mayor calidad superan, consecutivamente, a los de profesionales de universidades de menor calidad, a los egresados de institutos de mayor calidad, a aquellos que laboran con el grado de secundaria completa, y finalmente a los egresados de institutos de menor calidad.

A primera vista, estos resultados harían pensar que los estudiantes universitarios son siempre mejor pagados que los egresados de institutos, tal como también documenta la investigación de Yamada, Lavado y Oviedo (2015) usando la información del portal web Ponte en Carrera. No obstante, los autores descartan esta idea al computar la tasa interna de retorno (TIR) de cada alternativa educativa. Esta es una medición de la ganancia neta, que considera el flujo de salarios laborales mensuales de los profesionales, y les descuenta el costo de oportunidad de tener una educación superior (es decir, el salario mensual de los egresados de secundaria), así como los costos promedios directos anuales del servicio educativo elegido.

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A partir de este ejercicio, el estudio encuentra que los profesionales egresados de universidades de mayor calidad tienen un retorno neto de 13,5% anual promedio, ubicándola como la alternativa de educación superior más rentable. Le sigue en segundo lugar la educación superior técnica de alta calidad, con TIR de 10,1%, y finalmente las universidades de menor calidad tienen una TIR negativa, es decir, implican una pérdida equivalente a 1,2% cada año. De forma alarmante, la TIR de los institutos técnicos de baja calidad no se logra calcular debido a que tienen flujos de ingresos negativos, es decir, sus potenciales ingresos salariales no superan su inversión educativa y costo de oportunidad.

REFORMAS
La heterogeneidad en la calidad, pertinencia y retorno social de la formación universitaria, sacada a la luz por los estudios anteriores, propició un debate nacional sobre el tema que generó nuevas políticas: se ha aprobado una nueva Ley Universitaria (Ley 30220), que reforma el funcionamiento de las universidades; se ha creado una nueva institucionalidad de regulación, con la puesta en marcha de Sunedu; y se han sacado adelante observatorios laborales inéditos en el país, como Ponte en Carrera.

Similares retos de urgente reforma enfrenta la educación superior tecnológica. Hemos visto que la heterogeneidad de la calidad, pertinencia y retorno social de la misma puede ser hasta más perjudicial para un país en vías de desarrollo como el Perú.

Por ello, el proyecto de Ley de Institutos de Educación Superior, ya aprobado con alto nivel de consenso en la Comisión de Educación del Congreso el año pasado, debería convertirse en ley lo antes posible, durante el período de funcionamiento de la Comisión Permanente del Congreso en este verano. Esta ley permitirá completar la reforma de la educación superior en todos sus niveles y sería un potente legado del actual Congreso de la República y Poder Ejecutivo para el país.

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